Desde la costa peruana al futuro del planeta: comunidades que respiran

Una fecha que interpela, no adorna

Hoy no escribo para conmemorar, sino para recordar. El Día Mundial del Medio Ambiente no es un hashtag bonito ni una efeméride de rutina. Es un llamado profundo, especialmente para quienes lideramos proyectos, diseñamos espacios o influimos en decisiones que afectan directa o indirectamente la salud del planeta. En mi caso, este día me encuentra trabajando desde una playa peruana con una pregunta: ¿Y si nuestro condominio pudiera respirar como un bosque?

Bahnstadt, Bryant, y ahora… Lomas del Coral

Hace poco releí un artículo sobre Bahnstadt, un barrio en Alemania donde vivir sustentablemente no es una promesa sino una práctica. Edificios sin calefacción artificial, paneles solares por costumbre, peatones como prioridad. En paralelo, Bryant, un barrio en Michigan, EE.UU., se transformó desde la precariedad energética hacia la eficiencia total gracias al liderazgo comunitario.

Esos ejemplos no son utopías. Son decisiones valientes. Y sí, me hicieron pensar que Playa Lomas del Coral puede ser el primero de muchos "barrios que respiran" en el litoral peruano.

El cambio real empieza donde vivimos

Desde hace semanas acompaño a un equipo visionario de propietarios en Asia que ha decidido convertir su condominio en un modelo de sostenibilidad real. No cosmética. Hablamos de intervenciones técnicas precisas:

Sistema fotovoltaico centralizado para abastecer energía limpia.
Nueva planta de tratamiento ecológico y reutilización de agua.
Compostaje comunitario y jardines comestibles.
Alumbrado solar, paisajismo regenerativo y educación ambiental.
No hay plan B. Porque el planeta tampoco lo tiene.

Una comunidad Net Zero: lo que significa, lo que inspira

 Con este proyecto estamos aplicando a la certificación Net Zero de GNFZ, una de las más rigurosas a nivel global. Implica medir y reducir las emisiones en cuatro frentes: energía, agua, residuos y carbono. Pero más allá del reconocimiento, lo que está en juego es algo más profundo: demostrar que una comunidad de playa puede funcionar sin contaminar. Y que hacerlo no solo es viable, sino deseable.

Porque el cambio no vendrá desde las torres más altas. Vendrá desde las casas, desde las juntas vecinales, desde quienes deciden que vivir mejor también es vivir con menos impacto.

Hoy no celebramos. Hoy avanzamos.

Si esta historia inspira a otras familias, otros barrios o incluso a otras ciudades del Perú a pensar en una vida sin emisiones, entonces esta transformación ya habrá cumplido su primer objetivo.

Hoy no celebramos el medio ambiente. Lo defendemos. Lo rediseñamos. Lo volvemos posible.

Y como tantas veces en la historia, el verdadero cambio empieza por casa.